Jet Lagged
11 horas de vuelo equivalen a un siglo de tiempo para pensar. Estar en las nubes por alguna razón hace más fácil poner en palabras algunas cosas que ninguna verborragia en la tierra jamás podrá expresar.
Hace unos días escuché un podcast de Elizabeth Gilbert donde hacía un cuento que le había hecho Ruth Stone, una poetisa estadounidense. Ella decía que los poemas aparecían en su vida como una fuerza que la perseguía, que hacía temblar el piso debajo de ella y no tenía más remedio que salir corriendo a la casa a buscar papel y lápiz. Varias veces sentí una fuerza así, mientras dormitaba, en la calle, en cualquier lado, pero por miedo o pereza busqué la forma de evadirla.
Después de reconocer lo que era, iluminada por el cuento de Stone que en mi caso no son poemas sino más bien la mejor manera de experesar ideas y sensaciones que reconozco que viven en mi inconsciente como un rompecabezas al que le faltan la mitad de las piezas, decidí no dejarla pasar más. Hoy por hoy le llamo nada más ni nada menos que «inspiración fantasma», esperando que algún día revelen algo más que los garabatos perdidos en la libreta que ahora cargo a todos lados.
Volviendo al avión…
Los garabatos de este episodio reflejan los síntomas dignos del bajón post viaje, sin mucha relación entre sí, pero con mucha relación para mi:
-El dolor de las despedidas es quizás de las únicas cosas que el tiempo todavía no aprendió a curar.
-La vida no es especial por poder viajar, es especial por lo que se aprende cada vez y las personas que se suman a la travesía.
-Solo tiene sentido darle al que quiere recibir, y pedirle al que quiere dar.
Y solamente dando al que quiere recibir y pidiéndole al que quiere dar, se llega a expectativas reales que en consecuencia te hacen más feliz.
A simple vista son tres pensamientos que parecen poco para 11 horas pero significan mucho para mi proceso de desahogo.
Conforme con el avance, cerré la libreta, levanté la vista y ahí estaba Barcelona en todo su esplendor…como siempre. Este lugar que aún sin poder descifrarlo siempre es escenario de algo especial.
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