Mi remerita peludita color menta
Cuando la compré con Poli le dije: «mi sexto sentido me dice que va a tener una buena historia», y no decepcionó. Con esa tela hubiera sido un crimen que no recibiera un buen abrazo.
Tiempo después me vinieron a visitar a DC una muestra de mis personas preferidas en el mundo, mis antiguos compañeros de pasantía o “Shelly´s mates”, para lo que prometía ser un gran fin de semana gran. Ponerme al día con este grupo de personas políticamente incorrectas siempre es perfecto. Nunca falta la mención de nuestros proyectos, locuras y ambiciones, que terminan convirtiéndonos en un Presidente, algunos CEO, una renombrada arquitecta de NYC y un Nobel soñando con cambiar el mundo. Esta vez con gin acompañado de rodajas de pepino, el trago Shelly por excelencia. Nuestros encuentros tienen una vibra alucinantemente extraña y por suerte los astros siempre parecen alinearse para juntarnos de vez en cuando en alguna ciudad.
Tal ocasión merecía sacar de paseo a Mrs. Menta que nos acompañó la última noche en el viaje al pasado por los bares que íbamos cuando vivían todos por acá, a una previa, y (por defecto) a un boliche por U Street.
Como quien no quiere la cosa, nos encontramos con quien venía esquivando por toda la ciudad porque no me daba la cara para explicar el mensaje que había mandado 4am hacía un mes (mensajes sin sentido si los hay, juzgando por la claridad del mensaje de texto con el que me dio salida). En este momento Mrs. Menta cobró vida, recibió su merecido abrazo, piropos, y se convirtió en tema principal de la conversación, sacándome el protagonismo que por razones ilógicas pensé que me merecía. Por adentro no pude evitar pensar que esta mal comprada me terminó transformando, una vez más, en personaje secundario de esta historia. Después de mi experiencia en este rol tendría que haberme dado cuenta en el minuto 70 que me quedaban solo dos líneas y la mención en los créditos.
Por suerte tenía a mi grupo de apoyo, que mientras atacaba no uno sino ocho pizza-slices-antibajón, arrancó con la tormenta de «vamo´arriba». Todos los consuelos bastante clásicos, algunos irrepetibles, pero uno de Anne Charotte se robó la noche. Al mejor estilo parisino lanzó: “You know my friend…(hace una pausa mientras trota con su pucho a 45 grados) the good thing is… at least this time you got dumped with the perfect outfit.”
Retirada de Shellys de U Street |
Claro que como consuelo un grandísimo desastre, pero dio pie a una catarata de pavadas que convirtieron mágicamente a la remerita color menta en la parte llena del vaso. Así fue que el episodio quedó más olvidado que Kevin McCallister en «Mi pobre angelito», y me levanté al otro día riéndome y confirmando que la salida fue un éxito.
Cuando nos despedimos me dieron ganas de pinchar las ruedas del taxi para que se quedaran aunque sea un rato más. A Toanet no la voy a ver por demasiado tiempo, al resto seguramente pasen meses, y estas anécdotas me van a hacer falta. Por suerte hay algo que me tranquiliza, y es que dudo que los astros se demoren mucho. Quiero imaginar que son lo suficientemente sabios como para darse cuenta que juntarnos no tiene desperdicio. A fin de cuentas, vamos a cambiar el mundo.
Comentarios
Deja tu comentario