Cosas que decir: Cumplido
Me encanta la psicología. Si tuviera que definirla en tres palabras diría necesaria, salvadora y formadora. Necesaria porque considero que tendría que ser una práctica gratuita y obligatoria para todos los seres humanos para vivir mejor individualmente y en sociedad. Formadora porque, según mi experiencia, ni en la escuela ni en tu casa —aunque con toda la buena intención del mundo— te enseñan a procesar las vicisitudes de la vida como lo hace una sesión de psicología. Y salvadora porque, con la persona adecuada y la mentalidad enfocada en evolucionar como ser terrenal imperfecto, puede salvarte la vida.
Va de nuevo: creo firmemente que la psicología puede salvarte la vida.
Lo sé porque me la salvó a mi.
Me acuerdo de mi primer ataque de pánico como si hubiese sido hace 10 minutos y acabara de despertar de un parálisis nervioso que atacó mi cuerpo diez minutos antes. Me había tomado el bus desde Georgetown hasta el centro de Washington D.C. allá por el año 2013. Estaba a punto de enfrentarme por primera vez a una audiencia desde la cabina de interpretación y me había levantado desproporcionadamente nerviosa. Pasada casi una hora, di por fracasado el intento de controlar el huracán que tenía el ojo en el centro de mi pecho y mi cuerpo reaccionó como nunca antes lo había hecho.
No había dado más de veinte pasos después de bajarme en la parada que me correspondía cuando me desplomé en el medio de un parque a llorar desconsoladamente mientras el sudor y el temblor me invadían como pulgas. En medio del tumulto de emociones alcancé a llamar a una amiga que me calmó y me ayudó a respirar —para sorpresa de casi nadie, un tiempo después se graduó de psicóloga—. Después de un rato logré recomponerme en un banco y juntar agallas para seguir con mi vida porque, para quienes convivimos con estos episodios, en la mayoría de los casos, no nos queda otra.
Si bien llevaba casi una década de terapia interrumpida, los ataques de pánico me impulsaron a analizar mi existencia desde un nuevo punto de vista. Esta nueva circunstancia, que se sumaba a mi diagnóstico de trastorno depresivo persistente, me obligó a desarrollar herramientas emocionales que ya no apuntaban tanto a balancearme como pudiera (teóricamente eso estaba más o menos controlado). Más bien, el rol del nuevo batallón de defensa personal fue ayudarme a dejar de intentar de cumplirle a los demás para empezar a cumplirme a mi.
Principalmente por estos motivos, mis veinte representaron una década de suma importancia en mi desarrollo personal. Se sintieron como atravesar un umbral. Y mientras lo atravesaba pensaba que, si bien hasta el momento había disfrutado de libertad plena para hacer lo que quisiera, el problema era que yo no me había dejado ser tal como quería ser. Me estaba haciendo cumplido y mi cuerpo estaba pagando las consecuencias.
Estaba sufriendo por lazos que mantenía por inercia y eran irremediablemente tóxicos. Estaba padeciendo por continuar con la organización planes que toda mi galaxia de intuición me decía a punta de colapsos en parques que no eran para mi. Estaba petrificada por el miedo que me provocó la realización de que esa persona en la que me quería convertir, podía hacerse realidad.
Porque no nos enseñan a querernos. Tampoco nos enseñan a escucharnos. Nos enseñan a hacerle cumplido a los demás y, por defecto, a nosotros mismos. Por eso festejo los cambios drásticos de carrera, los saltos que para algunos son al vacío pero que para quienes los hacen se sienten como flotar, las decisiones que se toman con miedo del qué dirán pero se toman igual, y el atrevimiento a matar las expectativas de la sociedad por convertir un sueño en realidad. Porque, como llegué a comprobar exactamente una década después, no hay con qué comparar el sentimiento de haberse cumplido antes de que se nos termine la vida.
Ilustraciones de Cosas que decir por ©Merydepaula
Rosina Otegui
on 12 mayo 2022Muchas gracias por este nuevo texto creativo que nos llega al alma y nos hace reflexionar … Al compartir tus vivencias, tu experiencia y tu resiliencia para enfrentar las distintas situaciones que te tocaron vivir, involucras al lector de una forma intima y personal y nos das herramientas emocionales claras y concretas que a ti te ayudaron y te enseñaron a lograr “no hacerte cumplido” y que nos muestran un camino de crecimiento personal único e intransferible que tu nos mostrás … Un placer especial acompañarlo con la música de Andrés … Felicitaciones 🤗 …
Liliana Escobar
on 20 mayo 2022Crecer con miedo de poder ser es una bomba de tiempo. Y ahora que soy mamá vivo con miedo de que pueda explotar porque mi hija está pasando ahora por muchos de lo caminos que tú transitaste y espero que ella vea que puede arriesgarse y ser ella con todo lo que eso implica y que yo como su mamá (qué en su momento se dejó llevar por el que dirán y las expectativas de los demás) va a estar con ella todo el recorrido. Gracias por compartir tu historia.
Maria del Carmen Perrier
on 10 junio 2022¡Ay Lili! Me emocioné mucho con tu mensaje y solamente puedo decirte que cada vez que te leo compruebo que tu hija es inmensamente afortunada de tenerte y contar con tu empatía, amor y compañía. De eso no tengo la menor duda. Millones de besos para las dos con toda la fe de que sea lo que sea, esto también pasará.
joelle delaplace
on 9 junio 2022Me he sentido implicada en tu ataque de panico. Tal vez incluso protagonista…horror!
Me encanta leerte y ver los kilometros que has recorrido, como has sabido buscar y encontrar esa felicidad tan grande y presente que comunicas.
Un abrazo enorme a ambos desde DC.
Joëlle