I Heart Cosmic City
El itinerario que me había indicado Diego para el fin de semana incluía una ida a Long Island por el día a conocer una artista coreana, la madre de una compañera suya de la universidad. No sé bien por qué le sorprendió que le dijera que lo acompañaba, ya que ese plan tenía mi nombre y apellido grabado desde el segundo uno: paseo por el día, a un lugar, a conocer a alguien, con alguna gente a hacer no se qué. Totalmente mi estilo.
El viaje en tren desde Brooklyn hasta Long Island ahora lo interpreto como una transición a otra dimensión. A medida que pasaban las estaciones nos colgamos hablando de temas profundos, perfectos para prepararnos para lo que venía después. Al principio, comenzamos con un clásico catch up de nuestros planes profesionales, después pasamos a repasar nuestra vida amorosa y sentimental, y por último hicimos un obligado seguimiento de mi soul searching con él, mi guía número uno. Una vez en la puerta de la casa de la misteriosa artista, sentí que entrábamos de verdad en una nueva dimensión que obligó a mi boca sin filtro a decir en voz alta: «¿Cómo terminamos acá?». Si no hubiese estado Diego ahí para darme la mano y hacerme acordar que estaba donde tenía que estar, quizás me hubiera perdido de vivir una de las mejores experiencias que (como buena «colada») tuve la suerte de vivir.
El tiempo en aquella casa misteriosa de Long Island voló. Las ocho horas que pasamos en ese lugar desconocido parecieron, en realidad, cinco minutos. Tanta turbulencia interna hizo que la vuelta a tierra firme fuera dura. Muy dura. Por suerte Diego sabe leerme los ojos, porque no tenía palabras en ese momento para decir lo qué me había parecido el programa al que me había invitado sin correr riesgo de explotar en el intento. Solo bastó con mirarlo con mi mejor cara de «esto se fue al diablo”, y se rió como hubiese sabido todo este tiempo lo que iba a pasar esa tarde.
A la noche en uno de sus bares preferidos en Williamsburg, mientras sonaba Edith Piaf en vivo gracias a una banda traída exclusivamente de los años veinte y bailábamos lentos para darle un descanso a la cabeza, sonreí desde mi pecho cuando definí el nombre que le iba a poner a esta nueva versión de la ciudad. Mientras miraba a la falsa Edith y disfrutaba de la alegría que mi amigo emanaba bailando a mi lado, le agradecí en silencio a Diego por presentarme a Cosmic City. Una versión de New York, diseñada solo para mi.
JoDelap
on 16 abril 2014Inmejorable…
María del Carmen Stellita Perrier
on 17 abril 2014Thank you Joelle !
Rosina
on 29 agosto 2019Me encantó !!! 👍👏😊😘🙅
Maria del Carmen Perrier
on 1 septiembre 2019¡Qué bueno!
Es de mis preferidos también. Qué linda época.